TODA UNA VIDA DEDICADA A REFRESCAR GIJÓN Y DAR A CONOCER JIJONA
Mi familia paterna llegó a Gijón en el año 1882 vendiendo turrones en diversos portales del centro de la ciudad. A principios de los año 20 ampliaron el negocio con la venta de helados aunque fue a partir del año 1940 cuando ya se establecieron en un punto fijo y con varios carritos. A partir de los años 50 mi padre se hizo cargo del negocio que ahora regento junto con mi hermano y mis sobrinos. Al estar en Gijón, muchas veces tengo que aclarar que no es lo mismo Gijón que Jijona, mucha gente lo confunde. Nosotros somos jijonencos en Gijón y gijoneses en Jijona. Al empezar como turroneros, el Turrón es el producto que rige toda nuestra vida y le explico a la gente el continuo ir y venir Gijón-Jijona desde pequeña. En Octubre cuando estoy en Jijona con la campaña del turrón, pues me ocupo personalmente de su elaboración y del contacto con todos los proveedores, vienen siempre a visitarme amigos o clientes que aprovechan mi estancia en Jijona. Les enseño el pueblo empezando por el castillo y explicándoles nuestra historia, les asombra mucho la situación y nuestra forma de vida ya que vivimos parte del año en un sitio y en otro sin perder el arraigo. Aparte del nombre, Gijón y Jijona poco tienen en común pues tanto tamaño, costumbres como fiestas son diferentes, por eso a la vez les atrae y sienten curiosidad cuando les cuento cosas del pueblo. Tengo unos muñecos vestidos de Jijonencos que me regaló mi madre y muchas veces los tengo en el escaparate. En Jijona tengo familia y muchos amigos. Solía venir todos los Mig any y los años que podía me escapaba a fiestas. Somos socios de Jijona SA. En Gijón, pertenecemos a la Unión de Comerciantes de Gijón, también estamos dentro del SICTED y nuestra tienda es muy conocida y apreciada, salimos en muchas guías turísticas como lugar de referencia y de obligada visita.
LAS RECOMENDACIONES DE Mª ÁNGELES PARA PROBAR LO MEJOR DE JIJONA
Me gusta caminar y recorrer senderos del termino municipal. Jijona está rodeada de unas montañas maravillosas: el Forat de la Peña, La Llibreria, y el Cabeçó d’Or. Este último es maravilloso para verlo desde la Carrasqueta, yo presumo de esa montaña, que realmente parece de oro cuando el sol le da por la tarde. Cuando los amigos vienen aquí les impresiona la vista, no se imaginan que esta zona sea tan montañosa y es que Alicante es la segunda provincia mas alta de España. Del Casco Antiguo les impresiona pasar por las casas señoriales y ver los escudos heráldicos. Yo me crié ahí corriendo por el Fossar, la Plaza, las escuelas, por el Carrer Orito… Jijona es muy entrañable, mucha gente me dice «Jijona tiene que ser muy grande» y yo les digo «¡que va! es un pueblo chiquitín que tienes dos calles principales pero tiene muchas fábricas de turrón». Del casco antiguo, les subo hasta el castillo pasando por toda la parte antigua, que me encanta, viendo la fachada de la iglesia vieja, el Teatret, la fuente. En esta última, el sábado de la fiestas, es muy típica «la banyà» cuando todos se bañan en la fuente, con las mangueras y con los cubos que tiran de los balcones. En fin, toda esta zona muestra los contrastes de Jijona: de repente estás en el río y al momento estás en la montaña, es muy bonito pasar por esas calles antiguas, en un paseo de hora y media o dos horas se pasa de la época islámica hasta la actualidad más reciente.
Y ENTRE TODA ESTA VARIEDAD, ¿CUÁL ES EL MOMENTO MÁS DELICIOSO PARA Mª ÁNGELES?
La semana santa es muy atractiva, llena de tradición, sobre todo por la mona, cuando se termina la Semana Santa. La sensación que te produce caminar por la parte antigua de Jijona y ver al nazareno iluminado por los faros, subiendo por la escaleras, es sobrecogedora. La procesión del silencio del viernes santo es muy bonita también, la gente sale agrupada por familias, pero lo más bonito es el Via Crucis del Viernes Santo, a las 7 de la mañana salimos de la iglesia y procesionamos hasta la ermita de Santa Bárbara. Vamos subiendo la senda de noche, haciendo las estaciones, y al llegar arriba es cuando amanece. Ver desde la montaña todo lo que la vista te abarca: Jijona, la Carrasqueta, el mar… te produce una sensación de paz indescriptible. Al bajar nos espera el desayuno en la Sociedad El Trabajo: café con leche y unas magdalenas para saciar la sed del caminante, y cada uno con sus pandillitas a arreglar la mona. El domingo de resurrección hay una procesión del encuentro, en la plaza, con una suelta de palomas y ahí empieza la alegría de la mona, se reúne la gente con su guitarras y es típico romperse el huevo en la frente.